Editado por el Immortality Institute
Traducido por Crionica.org
Parece
más que probable que los mayores avances en la detención del envejecimiento
biológico y en la prevención de la muerte natural provengan de la biotecnología
y de la nanotecnología, es decir, de la nanomedicina. La nanomedicina se
define, de forma simple y general, como la preservación y mejora de la salud
humana utilizando herramientas moleculares y el conocimiento del cuerpo humano
a nivel molecular [1].
Las herramientas moleculares nanomédicas pronto incluirán materiales biológicamente activos con estructuras nanométricas perfectamente definidas, tales como dispositivos constituidos por dendrímeros orgánicos y fármacos de fullerenes y nanotubos orgánicos. Deberíamos ver también cómo las terapias génicas y la ingeniería tisular se van generalizando en la práctica médica, contribuyendo a la extensión de la vida en las edades más avanzadas.
A
medio plazo, en los próximos 5 ó 10 años más o menos, el conocimiento obtenido
a partir de la genómica y la proteómica hará posible: a) nuevos tratamientos a
medida del paciente; b) nuevos fármacos contra patógenos cuyos genomas se hayan
decodificado; c) tratamientos con células madre para reparar tejidos dañados,
reestablecer funciones o ralentizar el envejecimiento; y d) robots biológicos
hechos de bacterias y otras células móviles cuyos genomas hayan sido
remodelados y reprogramados. También podríamos ver dispositivos orgánicos
artificiales que incorporen motores biológicos o estructuras de ADN
autoensambladas orientadas a una gran variedad de aplicaciones médicas. Es
posible también que veamos los primeros tratamientos antienvejecimiento dirigidos a combatir las 7 formas específicas de daño
celular provocados por patologías conducentes a la muerte natural, tal como
describe Aubrey de Grey y sus colaboradores [2], a pesar de que aún existen algunos
obstáculos institucionales para avanzar a través de este enfoque convencional [3].
A
largo plazo, tal vez en los próximos 10 ó 20 años, deberían empezar a aparecer
los primeros frutos de la nanorobótica molecular en el campo médico.
Precisamente, mi trabajo teórico en nanomedicina se ha centrado en la
nanorobótica médica utilizando diamantoides y nanocomponentes. Aunque es el
campo más teórico y lejano, supone una gran promesa para la salud y la
extensión de la vida. Con nanorobótica médica se podrán realizar, en tiempo
real, reparaciones internas específicas de células individuales, eliminando en
gran medida la muerte biológica natural.
Por
otra parte, es bien conocido el trabajo teórico de Drexler y Merkle, donde se
incluye un impresionante compendio de rodamientos, engranajes y otras partes de
nanorobots. Los químicos computacionales del California Institute of
Technology, lograron simular el que podría considerarse el diseño más complejo:
una bomba nanométrica de neón de unos 6.000 átomos [5]. El dispositivo podría
servir tanto como bomba de átomos de neón (si se mueve hacia atrás) o como
motor para convertir la presión del neón en energía de rotación. Los
investigadores observaron en las simulaciones dinámicas moleculares
preliminares que podía funcionar como una bomba, aunque las deformaciones
estructurales del rotor podían ser causa de inestabilidad a bajas y altas
frecuencias de rotación. El motor no tenía un rendimiento eficiente, pero
funcionaba.
El
objetivo último de la nanotecnología molecular es desarrollar una tecnología de
fabricación capaz de realizar, de forma económica, ordenaciones de átomos con
detalle molecular. Construir nanorobots médicos hechos de millones o miles de
millones de átomos y lo suficientemente baratos como para resultar prácticos en
terapias médicas, requiere un nuevo tipo de tecnología de fabricación. La
manipulación molecular será la producción mecanizada definitiva, en términos de
precisión y flexibilidad. Para conseguir estos objetivos se han propuesto dos
mecanismos principales: 1) ensamblaje posicional programable, incluyendo por
ejemplo, la fabricación de estructuras diamantoides utilizando materia prima
molecular, y 2) paralelismo masivo de todos los procesos de fabricación y
ensamblaje.
A medida
que las estructuras se vuelven más complejas, hacer que las partes se
autoensamblen de forma espontánea en la secuencia adecuada es cada vez más
complicado. A la hora de construir estructuras complejas, tiene más sentido
diseñar un mecanismo que pueda ensamblar una estructura molecular por medio de
lo que se denomina “ensamblaje posicional”, es decir, recoger y emplazar
fragmentos moleculares. Un dispositivo capaz de tal ensamblaje posicional a
escala molecular trabajaría de forma similar a como lo hacen los brazos de los
robots que fabrican automóviles en las líneas de producción de las fábricas de
Detroit, o como los robots que introducen a máxima velocidad componentes
electrónicos en los circuitos informáticos de Silicon Valley. Por medio del
ensamblaje posicional, el robot manipulador toma un elemento, lo lleva a la
posición correspondiente y lo instala. El robot repite el procedimiento una y
otra vez, con todas las diferentes piezas del proceso, hasta que el producto
final queda completamente ensamblado.
Para
construir nanorobots duraderos, primero debemos ser capaces de construir
componentes diamantoides, de zafiro o de materiales de dureza similar. La
adición controlada de átomos de carbono a una superficie creciente en un
entramado de cristal diamantoide, recibe el nombre de mecanosíntesis
diamantoide [6; 7]. En 2003 propusimos una nueva familia de herramientas
mecanosintéticas dirigidas a emplazar pares de átomos de carbono
("dímero" CC) en lugares específicos de una superficie diamantoide
creciente [6]. Estas herramientas deberían ser estables en el vacío y capaces
de mantener posicionalmente a un dímero CC para la mecanosíntesis diamantoide
controlada a la temperatura del nitrógeno líquido, y posiblemente también a
temperatura ambiente. La función de una herramienta de colocación de dímeros es
posicionarlos y adherirlos con precisión en una estructura diamantoide
molecular creciente, y por último retirar la herramienta, dejando el dímero en
la estructura. Dímero a dímero se construye una estructura diamantoide precisa
y completa molecularmente.
Para
que sea práctico, tanto la fabricación de los nanocomponentes como su
ensamblaje en los nanorobots, debe realizarse de forma automática y en
paralelismo masivo. Debe haber muchas manos trabajando simultáneamente. Sin este
paralelismo, habría demasiados átomos por dispositivo (millones/miles de
millones) y demasiados dispositivos por ensamblarse (billones). Ya se están
desarrollando nuevas tecnologías de ensamblaje
posicional paralelo masivo, incluyendo series de manipulación paralelas masivas
y sistemas autoreplicantes. Zyvex patentó lo que sería un ejemplo de series de
ensamblaje paralelas, llamado “ensamblaje exponencial” [8]. También se han
propuesto sistemas autoreplicantes conocidos como “ensambladores moleculares”,
esto es, máquinas diminutas que podrían fabricar nanorobots con precisión
molecular [9].
¿Qué
tipo de nanorobots médicos podríamos construir? Y si fuera posible, ¿qué
harían? El primer dispositivo simple que diseñé hace 9 años fue el respirocito,
un hematíe artificial [10].
Los
hematíes naturales transportan oxígeno y dióxido de carbono por el cuerpo
humano, y tenemos unos 30 billones de estas células en la sangre. La mitad del
volumen sanguíneo corresponde a los hematíes, midiendo unos 3 micrómetros de
espesor y 8 de diámetro. El respirocito es mucho más pequeño que un hematíe;
tan solo tiene 1 micrómetro de diámetro, más o menos el tamaño de una bacteria.
El respirocito es un nanorobot independiente compuesto por 18.000 millones de
átomos organizados de una forma muy precisa. A bordo disponen de ordenador y
una central energética.
Los
represento de color azul porque parte del armazón es de zafiro, una cerámica
resistente de átomos de aluminio y oxígeno que resulta casi tan dura como el
diamante. Pueden soportar con total seguridad una presión de 100.000
atmósferas, pero siendo conservadores, sólo los hemos expuesto a 1.000. Lo más
importante es que disponen de bombas moleculares para cargar y descargar gases
de los tanques presurizados. Decenas de miles de bombas independientes,
llamadas rotores de clasificación molecular, recubren gran parte del casco del
respirocito. Mientras el rotor gira, pueden arrastrarse a las moléculas de
oxígeno (O2) o de dióxido de carbono (CO2) al interior o
al exterior del respirocito. Hay 12 estaciones de bombeo idénticas a lo largo del
ecuador del respirocito, con rotores de oxígeno en el lado izquierdo, rotores
de dióxido de carbono en el derecho y rotores de agua en el centro. Los
sensores de temperatura y concentración comunican al dispositivo cuándo han de
liberar o almacenar gas. Cada estación posee sensores de presión que, mientras
el nanorobot sigue en el interior del paciente, recibe mensajes acústicos
ultrasónicos de modo que los médicos puedan activarlos, desactivarlos o
modificar sus parámetros operativos. En la figura puede apreciarse que la zona
sombreada de la izquierda es el tanque de almacenaje de O2, la de la
derecha es el de CO2, el punto negro del centro es el ordenador y el
volumen abierto alrededor del ordenador puede estar vacío o llenarse de agua.
Esto permite al dispositivo controlar la flotabilidad con gran precisión y
proporciona un método rudimentario aunque sencillo para extraer al respirocito
del torrente sanguíneo por medio de un centrifugador.
Cuando
se construyan respirocitos, se podrán usar en víctimas de casos de incendio que
hayan sufrido envenenamiento por monóxido de carbono. En una animación [11]
documentada de la PBS (Beyond Human), se inyectaron 5 centímetros
cúbicos de un fluido con respirocitos en las venas de un paciente. Comprobaron
que tras pasar por los pulmones, el corazón y algunas de las arterias
principales, los respirocitos inician su camino hacia los vasos más pequeños.
Después de unos 30 segundos, llegan a los capilares del paciente y comienzan a
liberar oxígeno revitalizante en los tejidos necesitados. En estos tejidos, el
oxígeno se bombea desde el dispositivo por medio de los rotores de uno de los
lados. El dióxido de carbono se bombea por los rotores del otro lado hacia el
dispositivo, pasando una molécula cada vez. Medio minuto después, cuando el
respirocito llega a los pulmones del paciente, los mismos rotores invierten la
dirección de giro, recargando el dispositivo con oxígeno fresco y deshaciéndose
del CO2 almacenado que puede exhalar el propio paciente.
Tan
solo 5 centímetros cúbicos de respirocitos, o lo que es lo mismo, una milésima
parte del volumen total sanguíneo, pueden duplicar la capacidad de transporte
de oxígeno. Cada respirocito transporta varios cientos de veces más moléculas
de oxígeno fisiológicamente disponible que la misma cantidad de hematíes. Para
hacernos una idea, digamos que la mayor cantidad de respirocitos que se podrían
introducir en el organismo, sería de medio litro, lo cual permitiría a
una persona aguantar la respiración en el fondo de una piscina durante 4 horas,
o esprintar a velocidad olímpica durante 12 minutos sin necesidad de tomar
aire.
Otro
nanorobot médico que he diseñado más recientemente es el microbívoro, un
leucocito artificial [12-15].
Una
de las funciones principales de los leucocitos es absorber y asimilar invasores
microbianos del torrente sanguíneo. Es lo que se denomina fagocitosis. Los
nanorobots microbívoros desempeñarían esa labor pero mucho más rápido, con
mayor fiabilidad y bajo control humano. Igual que el respirocito, el
microbívoro es mucho más pequeño que un hematíe, pero es más complejo que el
respirocito ya que en su construcción se emplea 30 veces más átomos.
El
microbívoro es una esfera aplanada con los extremos recortados. Mide unos 3
micrómetros de diámetro en el eje mayor y 2 en el eje menor. Este tamaño
asegura que el nanorobot pase a través de los capilares más estrechos del
organismo, por el bazo (por ejemplo, a través de las rendijas interendoteliales
esplenofenestrales) [16] y cualquier otra parte del cuerpo humano. El
microbívoro posee una boca con una especie de puerto de ingestión en la que se
introducen los microbios para ser digeridos. También posee una parte trasera o
puerto de escape, que es por donde se expulsan los restos de patógeno
completamente digeridos. La puerta trasera se abre entre el cuerpo principal
del microbívoro y una cola cónica. Dentro del microbívoro hay dos cilindros
concéntricos. La bacteria se trocea en pequeños pedazos en la cámara de
morcelación, en el cilindro interior más pequeño, y los restos se expulsan
hacia la cámara de digestión, al cilindro mayor exterior. En una secuencia
preprogramada, a la bacteria se le añaden enzimas digestivos, y luego se
extraen por medio de unos rotores selectivos. En sólo 30 segundos, estos
enzimas reducen los restos del microbio a productos químicos simples
inofensivos tales como aminoácidos, ácidos grasos y azúcares simples, y que
luego se expulsan del dispositivo. Un neutrófilo humano, el más común de los
leucocitos, puede capturar y engullir un microbio en menos de un minuto, aunque
la digestión completa y la excreción de los restos puede prolongarse durante
una hora o más.
Pero
lo primero que ha de hacer un microbívoro es procurarse un patógeno para poder
digerirlo. Si la bacteria adecuada tropieza con la superficie del nanorobot,
las zonas prohibidas reversibles del dispositivo la reconocen y la capturan.
Una serie de 9 marcadores antigénicos diferentes debería ser suficientemente
específica, ya que todos deben reconocer que se ha capturado el microbio
correspondiente. Hay 20.000 copias de estas series receptoras de 9 marcadores,
distribuidas en 275 zonas con forma de disco, a lo largo de la superficie del
dispositivo. Dentro del anillo de receptores hay más rotores que absorben
glucosa y oxígeno del torrente sanguíneo para alimentar al nanorobot. En el
centro de cada disco receptor hay un silo con una especie de brazo a modo de
garfio y cada uno de estos discos tiene un diámetro de 150 nanómetros.
Cuando
los receptores reversibles capturan a una bacteria, los garfios telescópicos
sobresalen del microbívoro y sujetan a la bacteria atrapada. Estos garfios se
forman a partir de un brazo manipulador hermético diseñado originalmente por
Drexler [17] para fabricación a escala nanométrica. Este brazo, de unos 100
nanómetros, tiene varias articulaciones rotatorias y telescópicas que le
permiten cambiar su posición, ángulo y longitud. Sin embargo, los garfios del
microbívoro precisan de un mayor alcance y de un ámbito de movimiento más
complejo por lo que disponen de articulaciones adicionales. Tras salir del
silo, un brazo-garfio realiza complejos movimientos de rotación, mientras que
los adyacentes pueden tocarse entre sí para rechazar los objetos que se
adhieren, incluso partículas víricas. Gracias a estos movimientos de los
garfios, se puede transportar a una bacteria con forma de varilla desde el
lugar que se captura hasta la boca del dispositivo. Los garfios van girando a
la bacteria hasta darle la orientación adecuada.
Nuestros
leucocitos naturales, incluso ayudados por antibióticos, pueden tardar semanas
o meses en limpiar de bacterias el torrente sanguíneo. En comparación y para
que veamos como actúan, una única dosis terabot de microbívoros sería capaz de
hacerlo en sólo unos minutos u horas, incluso en caso de infecciones localmente
graves. Los microbívoros podrían funcionar hasta 1.000 veces más rápido que los
leucocitos naturales. Metabolizarían casi 100 veces más material microbiano que
un volumen igual de leucocitos naturales, fuera cual fuera el periodo de
actuación.
Pero
con nanorobots médicos son posibles aplicaciones incluso más poderosas, sobre
todo en lo que respecta a la reposición o reparación celular. Por ejemplo, la
mayoría de las enfermedades conllevan una disfunción molecular a nivel celular,
siendo la expresión génica de las proteínas la que controla significativamente
la función celular. Por consiguiente, muchas enfermedades son consecuencia
tanto de cromosomas defectuosos como de expresiones génicas defectuosas. En
muchos casos resultaría más eficaz extraer los cromosomas existentes de la
célula enferma y reemplazarlos por otros nuevos. Este procedimiento se llama
“terapia de sustitución de cromosomas”.
En
este procedimiento, en primer lugar se fabrican los cromosomas de sustitución
fuera del organismo con un dispositivo de producción clínica en serie que
incluye una línea de ensamblaje molecular. El genoma individual se usa como
cianotipo o dato. Si el paciente quisiera, los genes defectuosos adquiridos o
heredados se podrían reemplazar con secuencias par-base sin defectos durante el
proceso de fabricación de cromosomas, y así eliminar de forma permanente
cualquier enfermedad genética, incluyendo condiciones relacionadas con el
envejecimiento. Los nanorobots llamados cromalocitos [18], que portan cada uno
una copia de los cromosomas modificados, se inyectan en el cuerpo y viajan
hasta el tejido correspondiente. A continuación se produce la citopenetración y
el tránsito intracelular hasta el núcleo, donde los cromalocitos cambian los
cromosomas existentes por los cromosomas desnaturalizados en cada uno de los
tejidos celulares del organismo (lo cual requiere una dosis de varios billones
de nanorobots), para luego abandonar la célula y el tejido, reincorporarse al
torrente sanguíneo y finalmente ser eliminados a través de los riñones.
DECRONIFICACIÓN: TRATAMIENTO CONTRA LA AFECCIÓN LLAMADA MUERTE NATURAL
DECRONIFICACIÓN: TRATAMIENTO CONTRA LA AFECCIÓN LLAMADA MUERTE NATURAL
El
resultado final de todos estos avances nanomédicos dará lugar a un proceso que
denomino “decronificación”, o más coloquialmente, “dar marcha atrás al reloj”.
No encuentro problemas éticos serios en esto. De acuerdo con el modelo de
enfermedad normativo volitivo más adecuado en nanomedicina [19], si somos
fisiológicamente viejos sin quererlo, la vejez y el envejecimiento (y la muerte
natural) son enfermedades, por lo que tenemos derecho a que nos curen. La
decronificación detendrá primero el envejecimiento, y luego reducirá la edad
biológica mediante tres clases de procedimientos en cada una de los 4 billones
de células tisulares del organismo.
En
primer lugar, se envía un respirocito (o un microbívoro) para que se introduzca
en los tejidos y elimine tanto las toxinas metabólicas acumuladas como el
material no degradable. Acto seguido estas toxinas volverán a acumularse como
lo han hecho durante toda nuestra vida, y posiblemente necesitaremos una
limpieza corporal a fondo, probablemente una vez al año, para evitar de nuevo
el envejecimiento.
En
segundo lugar, la terapia de reemplazo de cromosomas se podrá emplear para
corregir el daño y las mutaciones genéticas graves en cada una de las células.
Esto se podrá hacer también anualmente o quizás con menor frecuencia.
En
tercer lugar, el daño celular y estructural persistente que no pueda reparar la
célula por si misma, como el aumento de la mitocondria o su incapacitación, se
podrá invertir célula a célula, utilizando dispositivos de reparación celular.
Aún nos queda mucho camino hasta lograr modelos teóricos completos para estos dispositivos,
pero en teoría parecen posibles. En el momento en que nuestra capacidad de
manipulación molecular alcance el grado necesario para comenzar a crear
nanorobots médicos, probablemente en los próximos 10 ó 20 años, ya contaremos
con buenos modelos de dispositivos de reparación celular.
Como resultado
de todo esto, se podrá detener o reducir el envejecimiento biológico hasta la
edad biológica que estime el paciente, rompiendo definitivamente la conexión
entre el tiempo cronológico y la salud biológica. Estás intervenciones podrían
ser habituales en unas cuantas décadas.
Por
medio de controles y renovaciones anuales, y algunas reparaciones puntuales, la
edad biológica podría fijarse una vez al año en la edad fisiológica que el
paciente decidiese. Sólo veo un pequeño inconveniente para volver a la juventud
en condiciones óptimas, ya que mantener el organismo en los 10 años
fisiológicos ideales podría ser difícil e indeseable por otras razones. Más
fácil de mantener y mucho más divertido sería retomar los 20 años
fisiológicamente hablando. Esto lanzaría nuestra esperanza de vida hasta los
700 ó 900 años cronológicos. Todavía sería posible morir accidentalmente pero
nuestra vida podría multiplicarse por diez.
¿Hasta
dónde podemos llevar esto? Bueno, si podemos prevenir el 99% de las
enfermedades que nos conducen a la muerte natural [19], nuestra expectativa de
vida saludable aumentaría unos 1.100 años. Puede parecer complicado arañar más
de un milenio o dos a nuestro cuerpo biológico original porque las muertes por
suicidio o accidentes permanecen invariablemente altas en los últimos 100 años,
disminuyendo sólo en un tercio durante ese periodo. Pero la victoria final
sobre el azote de la muerte biológica natural, que esperamos lograr a finales
de este siglo, multiplicará nuestra expectativa de vida saludable al menos por
10 ó 20.
Es
de esperar que con los nuevos tratamientos nanomédicos que nos aguardan contra las enfermedades mentales
degenerativas, se reduzca enormemente la tasa de suicidios. La nanotecnología
también puede mejorar la seguridad total de nuestro entorno cotidiano, por
ejemplo, fabricando coches y aviones a prueba de choques y accidentes,
construyendo edificios que incorporen dispositivos activos de seguridad. Si
además contamos con una nanomedicina avanzada que sea capaz de anticiparse a
los traumas graves y solucionarlos, se reducirán enormemente las muertes
accidentales. Por último, las modificaciones genéticas y la potenciación
nanomédica del cuerpo humano [20] pueden extender la vida hasta un grado que
aún no podemos predecir con exactitud.
Referencias
1) Freitas RA Jr; “Section 1.2.2 Volitional Normative
Model of Disease,” en: Nanomedicine, Volume I: Basic Capabilities, Landes
Bioscience (1999); pág. 18–20 http://www.nanomedicine.com/NMI/1.2.2.htm
2) de
Grey, AB & Ames, BN & Andersen, JK & Bartke, A & Campisi, J
&. Heward, CB & McCarter, RJ
& Stock, G; “Time to talk SENS: critiquing the immutability of human
aging,” en: Annals of the New York Academy of Sciences 959 (2002); pág.
452–462, 463–465 // de Grey, AD & Baynes, JW & Berd, D & Heward, CB
& Pawelec, G & Stock, G; “Is human aging still mysterious enough to be
left only to scientists?” en: Bioessays 24 (2002); pág. 667–676, Bioessays
25 (2003); pág. 93–95 (discussion) // de Grey, AD; “An engineer’s approach
to the development of real anti-aging medicine,” en: Sci. Aging Knowledge
Environment. 2003 (2003):VP1 // de Grey, AD; “Challenging but
essential targets for genuine anti-aging
drugs,” Expert Opinion Therapeutic Targets 7 (2003); pág. 1–5
3)
Miller, Richard A; “Extending life: scientific prospects and political
obstacles,” en: Milbank Quarterly 80 (2002); pg.155–74 // de Grey, AD;
“The foreseeability of real anti-aging medicine: focusing the debate,” Experimental
Gerontology 38 (2003); pág. 927–934
4)
Freitas, Jr. Robert A; “Section 2.4.1 Molecular Mechanical Components,” en: Nanomedicine,
Volume I: Basic Capabilities, Landes Bioscience (1999), pág. 61–64 http://www.nanomedicine.com/NMI/2.4.1.htm
5) Cagin,
T & Jaramillo-Botero, A & Gao, G & Goddard III, WA; “Molecular
mechanics and molecular dynamics analysis of Drexler-Merkle gears and neon
pump,” en: Nanotechnology 9 (1998); pág. 143–152
6)
Merkle, Ralph C & Freitas Jr., Robert A; “Theoretical analysis of a
carbon-carbon dimer placement tool for diamond mechanosynthesis,” en: Journal
of Nanoscience and Nanotechnology 3 (2003); pág. 319–324
7) Peng,
Jinping & Freitas Jr., Robert A & Merkle, Ralph C; “Theoretical
Analysis of Diamond Mechanosynthesis. Part I. Stability of C2 Mediated Growth
of Nanocrystalline Diamond C(110) Surface,” en: Journal of Computational and
Theoretical Nanoscience 1 (2004) // Mann, David J & Peng, Jingping
& Freitas Jr., Robert A & Merkle, Ralph C; “Theoretical Analysis of
Diamond Mechanosynthesis. Part II. C2 Mediated Growth of Diamond C (110)
Surface via Si/Ge-Triadamantane Dimer Placement Tools,” en: Journal of
Computational and Theoretical Nanoscience 1 (2004)
8)
Merkle, Ralph C & Parker, Eric G & Skidmore, George D; “Method and
system for self-replicating manufacturing stations,” en: United States
Patent No. 6,510,359, 21 January 2003
9)
Freitas Jr., Robert A & Merkle, Ralph C; Kinematic Self- Replicating
Machines (2004) Landes Bioscience; en prensa
10) Dibujo 15. Un hematíe artificial – el respirocito
[41]. Diseñado por Robert A. Freitas Jr. ©1999 Forrest Bishop. Uso con autorización.
11)
Lawrence Fields & Jillian Rose; “Animation of a respirocyte (an artificial
red blood cell) being injected into the bloodstream,” en: PBS documentary
“Beyond Human,” fecha de emisión 15 Mayo 2001, Phlesch Bubble Productions
website;
12) Una breve reseña se puede encontrar en: Robert A.
Freitas Jr., “Microbivores: Artificial Mechanical Phagocytes,” Foresight
Update, No. 44, 31 March 2001, pág. 11–13; http://www.imm.org/Reports/Rep025.html
13) Todos los documentos técnicos en: Freitas Jr., Robert
A; “Microbivores: Artificial Mechanical Phagocytes using Digest and Discharge
Protocol,” en: Zyvex preprint (2001)
14)
Freitas Jr. Robert A; website; http://www.rfreitas.com/Nano/Microbivores.htm
15)
Imágenes disponibles en: Nanomedicine Art Gallery, Foresight Institute website:
http://www.foresight.org/Nanomedicine/Gallery/Species/Microbivores.html
16)
Freitas Jr., Robert A; “Section 15.4.2.3 Geometrical Trapping in Spleen
Vasculature,” en: Nanomedicine, Volume IIA: Biocompatibility, Landes
Bioscience, (2003); pág. 95–97; http://www.nanomedicine.com/NMIIA/15.4.2.3.htm#p6
17)
Drexler, Eric K; “Section 13.4.1 A bounded-continuum design for a stiff
manipulator,” en: Nanosystems: Molecular Machinery, Manufacturing, and
Computation (1992) editado por John Wiley & Sons; pág. 398–407
18)
Freitas Jr., Robert A; “Chromallocytes: Cell Repair Nanorobots for Chromosome
Replacement Therapy,” (2004); en preparación.
19)
Robert A. Freitas Jr., “Section 1.2.2. Volitional Normative Model of Disease,”
en: Nanomedicine, Volume I: Basic Capabilities, Landes Bioscience (1999),
pág. 18–20; http://www.nanomedicine.com/NMI/1.2.2.htm
No hay comentarios:
Publicar un comentario