domingo, 5 de agosto de 2012

Transhumanismo y la equidistancia de Benedicto XVI

En contraste con el apoyo del Dalai Lama al proyecto "Avatar 2045", un proyecto enteramente transhumanista, nos encontramos con la primera declaración de la Iglesia Católica sobre los esfuerzos por conseguir una extensión de la vida, más o menos indefinida, por parte de la comunidad médica y científica. Esta declaración se pronunció el 3 de abril de 2010 en la Homilía Pascual del Sábado Santo por Benedicto XVI. La parte de la homilía en cuestión es la siguiente:


"... En esta leyenda puede verse toda la aflicción del hombre ante el destino de enfermedad, dolor y muerte que se le ha impuesto. Se pone en evidencia la resistencia que el hombre opone a la muerte. En alguna parte —han pensado repetidamente los hombres— deberá haber una hierba medicinal contra la muerte. Antes o después, se deberá poder encontrar una medicina, no sólo contra esta o aquella enfermedad, sino contra la verdadera fatalidad, contra la muerte. En suma, debería existir la medicina de la inmortalidad. También hoy los hombres están buscando una sustancia curativa de este tipo. También la ciencia médica actual está tratando, si no de evitar propiamente la muerte, sí de eliminar el mayor número posible de sus causas, de posponerla cada vez más, de ofrecer una vida cada vez mejor y más longeva. Pero, reflexionemos un momento: ¿qué ocurriría realmente si se lograra, tal vez no evitar la muerte, pero sí retrasarla indefinidamente y alcanzar una edad de varios cientos de años? ¿Sería bueno esto? La humanidad envejecería de manera extraordinaria, y ya no habría espacio para la juventud. Se apagaría la capacidad de innovación y una vida interminable, en vez de un paraíso, sería más bien una condena. La verdadera hierba medicinal contra la muerte debería ser diversa. No debería llevar sólo a prolongar indefinidamente esta vida actual. Debería más bien transformar nuestra vida desde dentro. Crear en nosotros una vida nueva, verdaderamente capaz de eternidad, transformarnos de tal manera que no se acabara con la muerte, sino que comenzara en plenitud sólo con ella. Lo nuevo y emocionante del mensaje cristiano, del Evangelio de Jesucristo era, y lo es aún, esto que se nos dice: sí, esta hierba medicinal contra la muerte, este fármaco de inmortalidad existe. Se ha encontrado. Es accesible. Esta medicina se nos da en el Bautismo. Una vida nueva comienza en nosotros, una vida nueva que madura en la fe y que no es truncada con la muerte de la antigua vida, sino que sólo entonces sale plenamente a la luz...."

Aunque si bien debemos destacar que no se emite ningún juicio condenatorio definitivo por parte de la Iglesia Católica, lo cual puede considerarse, en cierto modo, como un éxito, se aprecia una gran indiferencia al valor universal y derecho humano inalienable que es el derecho a la vida de las personas, su libertad y su seguridad, sea cual sea su raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición, incluyendo obviamente la edad.

Es de destacar, también, no la ignorancia de la que se hace alarde, porque estamos seguros que no desconocen los pormenores de las múltiples estrategias para conseguir una larga y saludable vida, sino un absurdo argumento como es el de anteponer la "vida interior" a lo que "no es vida interior" menospreciando el derecho a la vida de las personas mayores, las que sufren de envejecimiento, en detrimento de los jóvenes cuando es perfectamente conocido que uno de los frentes más importantes para la consecución de una expectativa indefinida de vida pasa, inapelablemente, por combatir el envejecimiento y las enfermedades asociadas. En este caso, ¿tendría más valor la vida de un joven, sin apenas conocimiento ni experiencia que la de una persona madura con todo un bagaje vital adquirido por el transcurso del tiempo y que además, disfrutara de una salud, energía y vigor igual o superior a la de una persona joven? ¿En qué prejuicio se sostiene la  idea de que una persona joven puede ofrecer más a la sociedad que una persona mayor? ¿Desde cuándo una vida plena, con salud y juventud (aunque sea obtenida mediante la ciencia y la tecnología, con la medicina en definitiva) es un menoscabo de la espiritualidad, sea lo que sea eso?

Por si fuera poco, en el capítulo 5 del Génesis se habla de seis personajes bíblicos que vivieron unos 900 años, entre ellos el mismo Adán (930), Matusalén (969) o Noé (950). ¿Acaso estos personajes fueron especialmente maltratados por su dios sólo por llegar a esas edades? ¿Acaso, cuando diariamente se salvan miles de vidas mediante las vacunas, los trasplantes de órganos, las transfusiones de sangre o los antibióticos se está perjudicando a la sociedad?

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